A veces hay que salir para ver las cosas con perspectiva














sábado, 30 de enero de 2010

¿Os he hablado de mi amiga Clara?

No sé, no estoy segura. Quiero decir. Clara.
Clara, mi amiga Clara. He pensado muchas veces en ello. Me refiero... ¿Cómo definirla...? ¿Cómo encontrar las palabras más precisas?
Ella... ella es de las que rebañan con la lengua la nata montada que queda adherida a la pajita de los batidos. Esto puede parecer un rasgo poco característico, insuficiente, vago. Pero no lo es. Su lengua parece un violín pulsado por ese arco, mientras sus ojos sonríen al son.
Siempre que pienso en ella la veo con sus labios rojo chillón, su pelo rizado con reflejos multicolores, su aire a lo "chicle de fresa", a lo "guinda de pastelito". Siempre, siempre, relame las pajitas, con aire despreocupado, mientras te cuenta historias y las adorna con sus cientos de gestos, sus cientos de tics "¡Sí, tía...! Se empeñaba en contarme el rollo de vuelo sin motor..." Sus ojos abiertos como los de un búho.
Clara es coqueta por la mañana, por la noche, en el baño, en el ascensor... Incluso lo sería congelada. Es coqueta por naturaleza. Lo es tan despreocupadamente que parece que olvidó tener la intención de serlo. Inocentemente. Natural. Con la contundencia de un meteorito.
Clara, mi amiga estrella fugaz. Porque Clara es extremadamente inconstante. Pasa por tu vida de un modo provisional. "Sí, pero tengo sólo cinco minutos". Siempre con prisas, siempre liada. No para. Por eso los chicos pierden la cabeza por ella. Pero no se da cuenta de nada. Tiene la cabeza en otro asunto, mucho más grave. Clara tiene un problema, y por donde pasa deja un rastro gris. Clara, la misteriosa, la solitaria, la profundamente triste Clara, oculta tras sus ojos líquidos.
Lo que ocurre es que Clara roba los colores a las cosas. Tiene una segunda sombra invisible y ladrona que un triste día cobró voluntad propia. Y desde entonces siega los colores de los lugares por donde pasa, y se los entrega a la Clara de carne y hueso, y la maquilla, porque también la adora.
Mi jersey, tan gris, tan trsite y cenizo, era antes azul turquesa. Mis pantalones eran rojos y no blancos como ahora. Mi palidez era antes una algarabía de colores saludables. No siempre he sido un fotograma de Fritz Lang. Tened cuidado con Clara, os sumirá en un océano blanco y negro, viviréis en una peli de Bette Davis.
Por eso huye siempre de los hombres. Las pocas veces que se ha atrevido a amarlos los ha transformado en cristal. La segunda sombra les ha robado toda forma, todo el color. Ella lucha por dominarla, su sombra traviesa, la culpable de su desgracia. Pobre solitaria Clara, tan llena de color, toda luz.
Y sigue así, contándome historias, risueña, mientras observo cómo gotea de la pajita, sostenida entre sus dedos a la altura de la mejilla, algo líquido color ceniza, a media tarde en un cada vez más sombrío café.


Sevilla, tenía 17 años cuando lo escribí y lo he recuperado hoy buscando entre papeles.

Fdo. La chica del pelo ruborizado :)

4 comentarios:

  1. Me gusta.
    Veo que no fue capaz de quitarte todos los colores. Eso me gusta más.

    Mae West ;)

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  2. Muchas gracias. Aún tengo colores de sobra :)

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  3. Siempre quise vivir una peli de Bette Davis o de Lauren Bacall.

    Cris

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